OPINIONES DE UNA BRUJA
Las minorías vulnerables
Uno de los periodos más terribles en el mundo espiritual sucedió en la época de la Inquisición, los juicios en Salem, la fatal caza de brujas en el año 1692.
A veces necesitan pasar eventos escandalosos para darnos cuenta del nivel de irracionalidad y falta de sentido común que pueden alcanzar las personas enfermas mentalmente.
Estoy leyendo el libro de “Matar a un ruiseñor”, a la vez que el de “Historia del satanismo y la brujería” y todo lleva al mismo punto: la forma más cómoda de acusar a alguien evidenciando el odio de la humanidad al que se deje o le toque en esa periodo.
Por un lado, en la época de la histeria colectiva de la Santa Inquisición, la mayoría de los acusados eran mujeres. La llamada “caza de brujas”, de hecho, hoy es un término utilizado para designar a una campaña de persecución en contra de las vulnerables, marginales o no ortodoxas minorías que son sentenciados por acusaciones falsas y sin fundamento.
La historia, los datos y el sentido común lo demuestran. Las imputaciones responden al seguimiento del mandato extremo de pureza ideológica, religiosa, racial o política, una verdad ilusoria que justifica abusos, opresión y creerse con el derecho de juzgar.
¿Qué pasaba en la inquisición? Las brujas no eran un peligro para la gente, eran un peligro para la autoridad del cristianismo y no sólo ellas, las personas de ciencia, los médicos, y muchos otros eran calificados de herejes. Consideremos que durante más de mil años el único médico fue la bruja, la saga o la comadrona, el “chivo expiatorio” que normalmente era una mujer. La bruja a la que pintan siempre como vieja y fea, así es como se quiere mirar. Ante la palabra bruja surgen las horribles viejas de Macbeth. Nada más alejado de la realidad, muchas de ellas perecieron precisamente por ser jóvenes y bellas. Incluso se le llama en la Italia la Bella dama (Bella dona), el mismo nombre que se daba a las hadas.
La envidia y oscuridad de los hombres y mujeres inferiores en espíritu (aunque alardeaban de lo contrario), es decir, su odio fue el que mató a tantas mujeres brillantes:
Es bonita, es bruja
Es inteligente, es bruja
Es rica, es bruja
Es libre, es bruja
El temor que abruma la razón persiste. Considero que hay una terrible confusión, la gente lo sabe, sabe que detrás de la palabra bruja hay “magia”, pero en el fondo dudan.
El equivalente moderno de las brujas son aquellos sanadores, ocultistas, personas que publican cosas en redes sobre cristales, plantas, hechizos y frases motivacionales, principalmente de empoderamiento femenino.
La sociedad siempre ha tratado de encontrar un “chivo expiatorio” sobre el cual derramar sus frustraciones y odios: El diablo encarnando verdades individuales ocultas y no reconocidas, el espacio de injusticia ocupado por el odio y la desacreditación.
Siempre existirá alguien que encarna esta enfermedad humana.
Aún hoy me encuentro con decenas de mensajes de odio, principalmente de corte religioso en mis publicaciones más vistas, y siento muchas cosas, pero la principal es la decepción por personas tan ignorantes, aberrantes y malas.
En el caso de la obra de Harper Lee, “Matar a un ruiseñor”, le tocó a Tom
Robinson, una persona morena acusada injustamente por la histeria racial que aún se vivía en los 30’s del siglo pasado.
Temo que aún sufrimos mucho de esto. Por eso las brujas siempre estamos del lado de aquellos que buscan libertad y equidad, nos han metido en el mismo saco.
Que no te avergüence decir SOY BRUJA ¡Y QUÉ!
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